Hablar de Puente es hablar y pasar por el corazón tantas cosas que se han acumulado en 20 años. Es en primer lugar convencerme que las cosas no son por mera coincidencia o resultado espontáneo sino que ante todo son una suma de situaciones y personas que si las sabemos “cocinar” en el fuego de la vida pueden dar tantos sabores y resultados inesperados.
¿Qué habría pasado hace 20 años si, no nos hubiéramos convencido que sólo la educación podía ser la mejor herramienta para cambiar tantas cosas que no nos gustaban en esos años, y que me atrevería a decir, no nos siguen gustando del Chile de hoy tampoco?
Sin el apoyo de tantos que se hicieron parte de este camino, no podríamos estar aquí. Que justo se abriera la posibilidad de estar en la vicaría Zona Cordillera, en el espacio del colegio Teresiano, luego ser parte de la Vicaría Pastoral Universitaria y ahora tener casa propia. Que pudimos llegar al Sheraton por que se nos abrió el camino tras un evento preparado en el marco de la Jornada Mundial de Jóvenes de Toronto 2002. Todo suma y dice algo.
También hay decisiones valientes que hoy se pueden mirar con algo de asombro y aprendizaje. El pasar de una fundación con dos pulmones, preuniversitario y becas, a ser un apoyo para estudiantes de educación superior. El sumar socios y empresas, el saber que los jóvenes de hoy no son los mismos de ayer, ni mejores ni peores sino diferentes, el ir conjugando los valores de la fe con las propias opciones personales de los equipos. Campañas publicitarias que han dado premios internacionales y entrevistas de televisión. ¡Tantas cosas que mirándolas con un poco de lejanía van configurando una fundación que no se ha dejado estar, sino que de tantas situaciones buenas y malas ha hecho un camino de 20 años!
Ya no es el mismo camino, pero es al mismo tiempo mucho más desafiante: ser un apoyo real a los jóvenes que Puente recibe año a año. Darle sentido a sus vidas, acompañar sus proyectos y ser una buena noticia para los demás, sigue siendo esencial. Hoy más que nunca tenemos que ayudar a que todos los aprendizajes entregados y vividos en la fundación, durante la permanencia de nuestros becados, ayuden a lograr una real incidencia en la construcción de una mejor sociedad y de un mejor país.
Son muchos los jóvenes becados que hoy ya desarrollan un voluntariado, pero creo que es un desafío permanente que todos, cada uno en sus propias capacidades y talentos puedan aportar a este Chile que tanto necesita de personas entregadas y solidarias. No es sólo instaurar el concepto del voluntariado como un sello propio de un joven “Puente”, sino que también el sentido social y transformador de la carrera que está estudiando. Si al egresar de nuestra fundación logramos que los estudiantes ya convertidos en profesionales asuman como parte constitutiva de su vocación, aportar a la construcción de un Chile equitativo y solidario, entonces, sólo entonces, podríamos decir que el objetivo último de Fundación Puente se ha cumplido.
Un cariñoso saludo.
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