A partir del viernes 15 de mayo, Santiago se sumerge en una gran e inédita cuarentena total, miles de chilenos y chilenas debemos ahora obligatoriamente quedarnos en nuestras casas, cuidarnos para no contagiarnos y sobrevivir a esta pandemia y por supuesto no colapsar nuestro sistema de salud. Hay mucho miedo e incertidumbre, hay estrés y agobio en la ciudad y podríamos decir que se inicia una gran noche…, ante esto se me vienen a la mente las palabras que el Padre Hurtado desde las alturas del cerro San Cristóbal y contemplando a sus pies a una “gran ciudad tendida en el silencio pavoroso de la noche”, le dirigió a un puñado de jóvenes entusiastas, con antorchas brillantes en sus manos: Ustedes son la luz del mundo…Ustedes son los encargados de iluminar esa noche de las almas sin luz, de encenderlas, de transformar ese calor en vida, vida nueva, vida pura, vida eterna…”
Pero qué está pasando en nuestra realidad con tantos y tantas jóvenes que siempre han sido llamados a ser luz en el mundo?
Desde hace más de tres meses muchos son los jóvenes que matriculados en alguna institución de educación superior de nuestra capital, viven en una total incertidumbre, primero por lo que significó el rendir la PSU en un contexto de crisis social y ahora intentando rendir y responder a sus exigencias y cargas académicas de manera online. Pareciera no ser algo tan difícil quizás, son adultos podríamos decir, pero qué pasa cuando la pandemia repercute todos los ámbitos de las vidas de los estudiantes de educación superior y en especial de los más vulnerables o de los vulnerados en sus derechos?. Definitivamente las luces dejan de alumbrar…y así las ganas y los sueños de tantos y tantas jóvenes por alcanzar sus vocaciones y ser profesionales o técnicos al servicio de nuestro país…
Hace ya varios años que nuestra Fundación viene visibilizando que los estudiantes de educación superior en situación de vulnerabilidad social, por los altos costos de los aranceles de sus instituciones, por la falta de recursos para sus materiales, transporte y alimentación, por la falta de apoyo familiar, por las exigencias académicas y en fin por sus contextos sociales de pobreza y exclusión, estudian en Chile la carrera más difícil del mundo, lamentablemente hoy constatamos además que ante este grave contexto de pandemia mundial estos mismos jóvenes que les ha costado tanto esfuerzo ingresar a una institución de educación superior y que anhelan igual que todos los estudiantes del país terminar sus carreras, se ven enfrentados ahora a la difícil situación de tener que estudiar y concentrarse en sus materias desde sus hogares, muchos de ellos golpeados por la cesantía, o la baja de ingresos de sus jefes de familia, en su mayoría madres o abuelas, por la precariedad de sus viviendas, por el hacinamiento con el que conviven, por la falta de conectividad, por la falta de los medios tecnológicos pertinentes, por la imposibilidad de trabajar y de alimentarse como corresponde, en fin a tener que seguir sorteando una vez más la que hemos llamado la carrera más difícil del mundo.
Fundación Puente desde hace más de 24 años apoya integralmente a un grupo de estudiantes de Educación Superior en situación de vulnerabilidad a través de un Programa Integral de Becas con la intención de que persistan (no deserten) de sus estudios y logren convertirse en profesionales o técnicos al servicio de nuestro país. A pesar de las dificultades del contexto y la distancia física lo seguimos haciendo hoy más que nunca, brindándoles un aporte económico mensual, formación académica y socioemocional y por supuesto un apoyo desde la contención amorosa y la fraternidad que sabemos nuestros jóvenes también necesitan para salir adelante, pero el escenario se ha vuelto muy complejo, el 90% nuestros becados/as se encuentran afectados emocionalmente, manifestando cuadros de estrés, angustia, ansiedad, y alteración del sueño. Más del 70% no ha logrado organizar sus estudios por diversas dificultades para concentrarse y por las altas cargas académicas, sumados a los problemas de conectividad por la mala calidad de sus señales de internet, por no contar algunos con notebook o computadores con cámara y micrófonos y sobre todo por no contar con los espacios apropiados y propicios para estudiar o hacer sus trabajos (casas muy pequeñas, piezas compartidas o sin puertas, bulla en el entorno, música y gritos de vecinos, cuidado de hermanos y labores del hogar, entre otros) y la mayoría además considera que no están aprendiendo lo que deberían en sus carreras…
Es por esto que nos parece pertinente e imperativo en este especial contexto nacional hacer un llamado a las autoridades y a las casas de estudio a apoyar a nuestros queridos jóvenes, a empatizar con sus reales contextos sociales, a flexibilizar las exigencias académicas y a brindar ayudas integrales que incluyan la salud mental y el bienestar de sus estudiantes para que estos puedan realmente avanzar y lograr sus objetivos académicos, solo así podremos contribuir todos y todas a que los llamados a ser la luz en el mundo no vean apagadas sus luces y vuelvan a brillar en la oscuridad de esta noche, puesto son ellos justamente los que en el futuro trabajarán con sus vocaciones y profesiones por hacer de nuestro país un lugar más justo y solidario y seguramente sin pandemias…
Carola Farfán Berríos
Directora Ejecutiva
Fundación Puente
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